Córdoba

¿Infrinjo la ley por bajarme una película de internet?

  • En España no se persigue a la persona que descarga contenido para su uso personal y sin ánimo de lucro sino a las páginas web que suministran a los usuarios enlaces de descarga

CASI cualquier usuario de internet ha descargado alguna vez una película para verla en televisión o directamente en el ordenador. También es normal tener en casa descargadas películas de dibujos para los más pequeños o alguna de acción para los más mayores.

Para efectuar dichas descargas se recurre a gestores de descarga P2P como puede ser torrent, enlazando con los links que se pueden encontrar en cualquiera de las múltiples páginas con dicho objetivo. También podemos encontrar páginas en las que podemos visionar directamente el vídeo en cuestión.

En determinados países las descargas ilegales están muy perseguidas, llegando a multar por la descarga de una película con copyright. Cuando se detecta una descarga sospechosa se registra la dirección IP (dirección única que identifica el lugar desde el cual se está bajando el contenido) de usuario y la unidad de delitos telemáticos actúa en contra de dicha persona.

En España, múltiples han sido las protestas tanto por parte de la Sociedad General de Autores, como por parte de los usuarios de internet para limitar por uno u otro lado los límites de usuarios y creadores . Debido a esto se ha creado la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI) española que entró en vigor el 1 de enero de este año, y que fue aprobada en el Pleno del Congreso de los Diputados por 172 votos a favor (solo los del Partido Popular). Se trata de una vuelta de tuerca de la anterior ley conocida como Ley Sinde que introduce nuevos supuestos para facilitar, entre otras cosas, el cierre e imposición de multas a páginas web de enlaces.

Para dejarlo claro, en España no se persigue a la persona que descarga contenido para su uso personal y sin ánimo de lucro, sino a las páginas web que suministran a los usuarios que desean hacer una descarga un link para que puedan efectuarla. Mucho más si se considera que en dichas páginas se están intentando lucrar con la presencia de esos links de descargas, esto se hace mediante la inserción de publicidad en las páginas web perseguidas. A lo largo de este año ha habido varias sentencias que han cerrado páginas de visionado online.

Hay controversia en la legalidad o ilegalidad de compartir información vía P2P, y se considera que los altos costes de denunciar a cada usuario y la ley de protección de datos hacen muy difícil la denuncia sobre un usuario determinado. En cualquier caso hay que pensar que al utilizar aplicaciones de P2P (compartir archivos) estamos compartiendo con otros usuarios dicha información y dependiendo del contenido de dicha información podría considerarse ilegal.

En mi opinión, las descargas son buenas en su justa medida. Hoy en día la archiconocida serie Juego de Tronos ha llegado a estar donde está gracias a la gran difusión que tuvo a través de internet una vez que fue grabada la primera temporada. Si no llega a ser por esto probablemente no habría durado más de diez capítulos.

Los tiempos han cambiado, la industria cinematográfica debe adaptarse, debe aprender a vender sus estrenos online, y esto mismo es extensible para cualquier material digital. La velocidad de conexión que tenemos en casa es cada vez más rápida y compartir una película no nos lleva más de unos minutos.

Para hacer frente al cambio de ciclo tan difícil de aceptar para la SGAE y la industria, lo mejor es facilitar el suministro legal de sus productos y fomentar la educación en el uso de los mismos, aparte de una paridad lógica entre el precio y el servicio. Ya hay web especializadas que cobran por la descarga legal de contenido. Cualquier espectador con un pequeño pago puede descargar a alta velocidad el contenido sin estar infringiendo ninguna ley y sabiendo que se está contribuyendo a que la industria y autores encargados de la creación y comercialización de dicho material reciban una parte. Aunque por supuesto hay que ser conscientes de que siempre quedará una parte de los consumidores que prefieran intentar no pagar nada antes que pagar un poco.

Una televisión de 50 pulgadas, las luces apagadas y una bolsa de palomitas para microondas en tu sofá no tiene tanto que envidiar a las butacas de una sala de cine. Seguro que ahí no se te sienta nadie delante.

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