Un gesto necesario

Aunque el artículo de José Rodríguez de la Borbolla se sólo eso, un artículo, cumple con un necesario deber ético

Ha debido ser una decisión difícil, dado el tenso clima interno que, cabe suponer, reina en la organización del partido socialista de estas tierras. Pero muchos andaluces, al margen de su ideario, aguardaban que alguien, desde dentro, por fin, alzara una voz para hacer público su desacuerdo con la política que, en nombre de su partido, lleva a cabo el gobierno de la Moncloa. Tantos años en el poder, en Andalucía, obligaban a tomar alguna iniciativa que, aunque fuese simbólica, mostrara que no todos los socialistas andaluces han sido, con unos u otros medios, silenciados y apretujados en el mismo redil. Por eso, porque era un gesto necesario que la dignidad misma de Andalucía reclamaba, conviene insistir en cuanto tiene de novedad política el artículo publicado en estas páginas por el que fue presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla. Ha comprendido que ese gesto testimonial no podía ser más tiempo aplazado. Si siempre la disciplina de los partidos impone severos controles, esa vigilancia debe ser ahora extrema, dadas las singulares características que mantienen en el poder a Pedro Sánchez. Lo cual aumenta el valor de las palabras escritas y difundidas. Como tantos otros socialistas andaluces podía haber permanecido en ese acomodaticio distanciamiento que ha hecho escuela y llevaba años dando frutos, sin una sola disidencia apreciable. La agrupación socialista se había convertido en una lápida, fría e inconmovible, a pesar de que los negocios políticos pactados desde la Moncloa con los nacionalismos catalán y vasco atañían directamente a esta comunidad. Al fin y al cabo, los beneficios económicos de las regiones del norte se lograron gracias a una mayoritaria mano de obra andaluza y a un consecuente proteccionismo fiscal. Y, para colmo de cinismo, pasados los años, en lugar de compensar aquellas viejas heridas, nuevas ventajas van a consentirse con el insólito aplauso de un gobierno presidido por un socialista. Impávidos, asombrados, muchos andaluces han asistido a este espectáculo de descarados intercambios, quizás incrédulos de que se tratase del mismo partido, socialista, obrero y español que, a veces con muchos aciertos, los había gobernado durante años en el pasado. Por eso, aunque el artículo de Rodríguez de la Borbolla sea sólo eso, el artículo en un periódico de una voz aislada, sin embargo, cumple con un necesario deber ético, y, por ello sería deseable que repercutiera en algunas de las aturdidas conciencias de los socialistas andaluces.

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