Ben Clark. Poeta

"La buena poesía no dura lo que un 'like' o un 'retweet'"

  • El escritor, que fue residente de la Fundación Gala, asegura que le gustaría que "los nuevos soportes, que son muy interesantes, no se llevaran por delante la magia de la poesía en papel"

Ben Clark, ayer, antes de su participación en Cosmopoética.

Ben Clark, ayer, antes de su participación en Cosmopoética. / jordi vidal

Ben Clark (Ibiza, 1984) es uno de los poetas jóvenes más premiados en España y con una carrera más prometedora. A sus 34 años ya cuenta con el Premio Hiperión (2006, ex aequo con David Leo García), Premio de Poesía Joven Félix Grande, Premio el Ojo Crítico de RNE y, el último que ha logrado, el Loewe (2017) por La policía celeste. Ayer participó en Cosmopoética en un acto junto a David Trashumante, del que es amigo desde hace años.

-Vuelve a Córdoba, donde estuvo como residente en la Fundación Gala. ¿Qué supone esta ciudad para usted?

-Sin duda, es una de las ciudades más importantes de mi vida. Cada vez que regreso a Córdoba es regresar al territorio de la juventud, de la ilusión por escribir, el recuerdo de los meses que pasé aquí con mis compañeros y también con la presencia de Antonio Gala.

-¿Qué significó esa experiencia? ¿Ha marcado su trayectoria?

-Sí, fue una experiencia que me definió como poeta, me hizo decidirme por la poesía y dar el salto hacia esto, que es un mundo muy complicado y no sólo en lo laboral y económico, sino desde el punto de vista vital porque implica vivir constantemente por y para la poesía, que es una cosa maravillosa pero a veces también un poco ingrata.

-¿Cómo ve el nivel de la nueva poesía que se está haciendo en España?

-Como siempre ha ocurrido, hay un poco de todo. Me parece interesante que el fenómeno de las redes sociales ha hecho que aparezca mucha poesía más fresca y dinámica y concebida para estos soportes. Por ejemplo, se escribe por y para instagram. En ese sentido, sí que hay poesía que es mejor y poesía que es peor. Yo reivindico el papel del libro y el espacio del libro como un lugar al que dedicamos más tiempo y más atención y me gustaría que los nuevos soportes, que son muy interesantes y positivos, no se llevaran por delante la magia de la poesía en papel, que es algo que lleva muchos siglos y esperemos que esté muchos más.

"Hay que enseñar a niños y jóvenes que la poesía procede de escritores que están ahora mismo vivos"

-¿Esos soportes hacen más fácil darse a conocer y publicar?

-Creo que sí y, en ese sentido, lo aplaudo porque uno de los problemas para un poeta joven es siempre darse a conocer. Antes en España, sobre todo por el boom del ladrillo, vivíamos bajo la dictadura de los concursos de poesía; yo mismo he participado mucho para abrirme paso. Creo que ahora estamos en un momento más sano en el que la juventud no depende tanto de concursos de poesía para ver su obra publicada sino que puede utilizar sus propias plataformas, puede ir creando su propio público lector y a la vez las editoriales están con un ojo puesto en estas plataformas de cara a rescatar a la gente que más les interesa. Todos los cambios van más o menos a mejor pero es verdad que tenemos aún que canalizar y hacer un filtro con este gran movimiento poético para rescatar lo mejor y más valioso de cara al futuro.

-Esto provoca que el nivel de lo que se publica pueda bajar. ¿Cómo filtrar?

-En muchas ocasiones se baja el nivel, pero insisto en que para mí tiene mucho que ver con el formato. La propia brevedad está empujando la poesía, y esto es lo que más interesante me parece, hacia los juegos de palabras. Es interesante recordar que, si bien los juegos de palabras son un recurso, por existir un juego de palabras lo escrito no se convierte en un poema. No diría que se ha bajado el nivel en general, sino que simplemente hay más y, como en todas las artes, hay más poesía mala que buena. Y eso no es un problema, es una suerte, porque de esta forma la poesía buena es escasa y, por lo tanto, valisosa. Habría que hacer un filtro, ¿y cuál podría ser? Pues no lo sé. La buena poesía no dura lo que dura un like o un retweet, sino que la buena poesía es a la que vuelves cuando la necesitas, cuando te llama, cuando la vida te empuja hacia ese espacio.

-Desde pequeño ha estado interesado en la poesía pero su caso quizás sea una excepción. ¿Cómo se podría atraer a los niños para que les parezca atractiva y quizás de esa forma también educarlos para que distingan dentro de esta vorágine?

-Lo primero que hay que hacer con los niños y con los jóvenes es transmitir la idea de que la poesía es algo vivo, es decir, que la poesía procede de mujeres y hombres que están ahora mismo vivos y haciendo cosas, que no son gente extraña que vive en una torre de marfil y se dedican a escribir desde una época remota. La recuperación de lo que podríamos llamar los clásicos es algo que creo que se debe hacer en un segundo paso. Es decir, estamos haciendo el proceso al revés, estamos presentando en el sistema educativo una poesía que puede ser muy buena pero generalmente es de autores que ya no están entre nosotros y estamos dejando en último lugar y a veces incluso obviando la existencia de los poetas que están trabajando ahora. Simplemente habría que acercar a las personas físicamente con charlas y encuentros, con actos informales que hagan que los alumnos tengan la percepción de que la poesía es algo que se está haciendo ahora mismo, que la poesía vive. En ese sentido, hay una percepción de que está más cerca por las redes pero sí que sería interesante que pudieran conocer a gente, normalizar un poco esta anomalía.

-¿Le gustaría formar parte de esos encuentros?

-Sí, y de hecho participo cuando puedo. Hay programas desde el Ministerio y diferentes administraciones para normalizar estos encuentros. Sin embargo, deberíamos convertirlo en algo mucho más canalizado; se debería incluir en el currículo escolar, pero no solo la visita de poetas sino de otros profesionales de las humanidades y las artes para que vean estas profesiones como algo que pueden hacer, que ahí hay un futuro.

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